Un equipo de científicos de Dinamarca trabajó en colaboración con la BBC de Londres para averiguar cómo será el rostro de los seres humanos en un millón de años. Según los datos publicados de dicha investigación, la cara de los seres humanos evolucionará en base al avance tecnológico.
Los investigadores consideraron puntos clave en la historia natural de nuestra evolución como especie, y después aludieron a descubrimientos médicos como la insulina para controlar enfermedades como la diabetes.
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El siguiente paso en la evolución de los seres humanos, según declaraciones de Thomas Mailund, profesor de bioinformática de la Aarhus University, es modificar artificialmente nuestros órganos con implantes que puedan optimizarlos.
De esta manera, las adecuaciones modificarían por completo el estilo de vida de la humanidad y podrían cambiar el rostro de los seres humanos, así como el funcionamiento orgánico del cuerpo.
Incluso, podría entrarse de lleno con implantes artificiales en el cerebro, que no solo optimizarían las funciones orgánicas, también ampliarían la capacidad sensorial de los seres humanos.
“Además de los implantes cerebrales, es posible que tengamos partes más visibles de la tecnología como un elemento de nuestra apariencia, como un ojo artificial con una cámara que puede leer diferentes frecuencias de color e imágenes”, aseguran los autores de la investigación.
El empresario estadounidense Elon Musk lleva años desarrollando implantes similares a los que se refieren los investigadores, con Neuralink. De hecho, existen videos que se han vuelto virales en redes sociales, que muestran a macacos jugando pong solo con la mente.
Es por ello que Musk se ha declarado listo para “dar el siguiente paso”, planeando implementarlos este mismo año a personas con lesiones espinales severas, aunque hasta la fecha no se sabe con certeza qué tan exitosas podrán ser estas alteraciones.
Los científicos de Aarhus University también tomaron en cuenta los planes de colonizar otros planetas porque, sin duda alguna, estas modificaciones en el entorno afectarán la forma en cómo se verá el rostro de los seres humanos en un millón de años.
ABC